Home ACTUALIDAD Vender la ETB es un acto de corrupción

El Tiempo / 12 de Mayo de 2016

En un mundo totalmente digitalizado donde las Tecnologías de la Información y la Comunicación juegan un importante papel en el desarrollo de cualquier país, las empresas de telecomunicaciones como la ETB son de vital importancia pues de ellas dependen las actividades de otros sectores a partir de la calidad de los servicios ofrecidos, de la tecnología que se utilice, de su grado de innovación, del soporte que reciben las Entidades del Estado y del acceso que se le dé a las empresas y a los ciudadanos en cuanto a precio e infraestructura.

Con un 86% de acciones pertenecientes al Distrito Capital, un 2% a la Universidad Distrital y un 12% a otros propietarios particulares; la ETB se constituye como patrimonio de los bogotanos y por ende, de todos los colombianos. Pretender venderla está en contra los intereses de la ciudadanía, más si se busca arruinarla para enajenarla a bajo precio, algo que atenta claramente contra el interés común y contra el progreso del país.

De hecho, vender cualquier empresa pública o con capital público debería considerarse un acto de corrupción, más si se trata de sectores estratégicos de la economía. Además, la idea de enajenar la ETB no sólo es irresponsable pues carece de planeación estratégica sino que es una acción que inclusive atenta contra la seguridad nacional pues se trata nada más y nada menos que de las telecomunicaciones del país.

La intención de vender la ETB también denota falta de conocimiento del sector y del mundo actual, un mundo donde las TIC son el principal motor de desarrollo. Muchos países de Europa, el mismo Estados Unidos, Corea del Sur, China y Japón (entre otros) conocen la importancia de tener control sobre los sectores estratégicos de la economía y son conscientes de que su futuro dependerá de preservarlos. Es por eso que en vez de arruinar a sus empresas, estos países buscan fortalecerlas, internacionalizar sus servicios y hacerlas más competitivas. Es falso que una empresa pública no pueda ser competitiva y es totalmente falso que por el hecho de ser privada lo sea. Pero aún es más falso que el sector público y el privado no puedan coexistir bajo modelos empresariales mixtos.

Y no es que lo privado sea malo, tampoco lo público, ambos sectores son necesarios para el buen funcionamiento de la economía. Esto lo saben las grandes potencias donde estudian muchos de nuestros políticos, los mismos que paradójicamente aquí hacen lo contrario a lo que aprenden en sus doctorados. Es obvio que un país como Colombia necesita de inversión extranjera que aporte nuevas tecnologías, baje los precios y ofrezca un mejor servicio al cliente. También que pague impuestos, genere empleo y desarrollo. Sin embargo, esto no debe hacerse a costa de vender lo público, mucho menos arruinando a compañías que tienen gran potencial de mercado.

Es extraño que de los buenos resultados que tuvo la ETB en la administración anterior, se pase automáticamente a una situación de inviabilidad por el dudoso concepto de un funcionario que fue nombrado a dedo hace pocos meses y que parece más un liquidador de oficio que el presidente de una compañía. Es por esto que el nombramiento de los directivos de las empresas donde se tenga capital público debería ser mediante voto popular o al menos, ser elegidos por un comité que evalúe a profundidad si el candidato al cargo tiene las competencias necesarias para dirigir una empresa de tales dimensiones.

Por consiguiente, no se debería estar discutiendo si la ETB se vende o no, lo que se debería es estar buscando cómo fortalecerla y cómo crear compañías similares a lo largo y ancho del país. Las capitales de cada departamento deberían estar creando su propia empresa de telecomunicaciones y asociarse en el mejor de los casos para enfrentar la competencia. Nunca se debería estar pensando en vender un activo tan estratégico, no es algo inteligente, mucho menos para realizar obras que sólo satisfacen el capricho de la administración de turno.

Lo peor es que se está desconociendo que la ETB hizo importantes inversiones en fibra óptica al llegar a más del 60% del área residencial de Bogotá, logrando una cobertura que incluso envidian muchos países europeos y Estados de EE.UU. También se está ignorando que la ETB recientemente adquirió las licencias necesarias para comercializar televisión por suscripción, que obtuvo la licitación para operar la telefonía celular 4G y que actualmente está trabajando en la implementación de servicios satelitales. Por lo anterior, es difícil creer que una empresa que tiene tanto potencial no sólo a nivel de Bogotá sino del país e inclusive en el exterior, sea una compañía que se deba vender.

Al realizar semejante inversión en infraestructura como eficazmente lo hizo la ETB, lo más correcto es realizar una mejor labor comercial con planes de mercadeo competitivos que se enfoquen en explotar esa inversión y hacerla rentable de modo que se llegue a nuevos segmentos y se logre fidelizar a los clientes actuales. Se debería impulsar sus servicios mediante diversas campañas publicitarias y con estrategias de precio, también expandiendo la cobertura a nivel nacional e internacional. La ETB es de las pocas compañías que cuenta con un enorme potencial y que tiene un gran futuro si sabe enfrentar sus actuales desafíos.

Bogotá D.C. y el resto de Colombia cuentan con muchos profesionales que están dispuestos a dar lo mejor de sí para que empresas como la ETB sean más innovadoras, competitivas y rentables de modo que obtengan un alto crecimiento y una mayor participación en el mercado. En ese sentido, quienes no están comprometidos en sacar adelante a esta compañía, dan malos resultados y sólo plantean la idea de enajenarla; deben renunciar o ser destituidos pues están en contra de los intereses del país y no merecen el salario que devengan. 

Por todo lo anterior, lo más correcto en una democracia como la colombiana es que una decisión de esta magnitud como es la venta o enajenación de la ETB no sea tomada ni por el alcalde de turno ni por el Concejo, es algo que debe decidir la mayoría de ciudadanos mediante voto popular y esto debe ser así ya que los accionistas de ese 86% que le pertenece al Distrito Capital son los bogotanos. No es el alcalde ni son los concejales, los verdaderos y legítimos dueños de la ETB son los bogotanos e inclusive los colombianos por tratarse de un activo público. Por lo cual, es la propia ciudadanía la que debe decidir y tomar la última palabra.

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