Nefasto cambio en la interpretación de la constitución japonesa
Efraín Barbosa
Desde la segunda guerra mundial la Constitución del Japón (artículo 9) prohíbe la guerra y la presencia de un ejército con capacidad de agredir a otros pueblos. El actual primer ministro Shinzo Abe ha modificado la interpretación de este artículo, con lo que el renaciente nacionalismo japonés se convierte en una amenaza para la paz en el oriente y en el mundo entero. Deslinde.
En la Constitución de Japón se establece la prohibición perpetua de hacer la guerra. También ordena claramente la supresión de un cuerpo armado destinado al ataque de países extranjeros. Esto es contrario a lo establecido explícitamente en las leyes de la mayoría de países del mundo. Solamente pocos países no tienen ejércitos formales; algunos de ellos son islas muy pequeñas alejadas de las grandes masas continentales.
La Constitución pacifista del Japón, que hasta hace pocos meses era la segunda potencia económica del planeta, fue producto de la derrota sufrida por este país frente a Estados Unidos y sus aliados.
El terror desatado por el uso de las bombas atómicas lanzadas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, precisamente hace 71 años, movió el espíritu del pueblo japonés para adoptar constitucionalmente una renuncia eterna a la guerra. La importancia que ha tenido el Japón en los últimos 60 años ha influido muy positivamente en la evolución del Sistema Internacional, en múltiples aspectos. Esto hace que su Constitución, y en especial el artículo 9 de la misma, merezcan estudio y reflexión.
La traducción oficial al español elaborada por el gobierno japonés dice:
ARTÍCULO 9. Aspirando sinceramente a una paz internacional basada en la justicia y el orden, el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o al uso de la fuerza como medio de solución en disputas internacionales. Con el objeto de llevar a cabo el deseo expresado en el párrafo precedente, no se mantendrán en lo sucesivo fuerzas de tierra, mar o aire como tampoco otro potencial bélico. El derecho de beligerancia del Estado no será reconocido. (http:// www.cu.emb-japan.go.jp/es/ docs/constitucion_japon.pdf). El actual primer ministro de Japón Shinzo Abe, un político de extrema derecha, haciendo malabares conceptuales llenos de mentiras acerca de la seguridad de los ciudadanos japoneses, y en consonancia con el renacimiento del nacionalismo nipón, ha logrado hacer creer que en el gabinete ministerial se tiene una “interpretación” de esa Constitución pacifista que, paradójicamente, permite incluir a Japón en el grupo de países más guerreristas del mundo. En la “interpretación” se afirma que cuando la vida de un ciudadano japonés esté en “peligro claro”, se requiere recuperar el “derecho” de intervenir militarmente con un poderoso ejército. La Constitución dice de manera explícita que no se reconoce el derecho a la beligerancia. La “interpretación” de Abe es, por tanto, y a todas luces falsa.
Al publicar la noticia sobre las maniobras de Abe y sus copartidarios interesados en las ganancias indebidas generadas por las posibles guerras en las que intervendría Japón, el diario alemán conservador El Mundo (die Welt) no vaciló en titularla: El Premier japonés se despide de la PAZ. (http://www.welt.de/politik/ausland/article129678041/ Japans-Premier-verabschiedet-sich-vom-Frieden.html).
Abe y sus amigos de gabinete ministerial afirman que el texto del artículo 9 se puede interpretar diciendo que para el Japón es posible tener un ejército de tanto poder destructivo como se lo permita su potencial económico. Pero la redacción de la Constitución japonesa no puede ser más clara, explícita y transparente. Las traducciones de este artículo a idiomas distintos del japonés muestran a cualquier ser humano con dos dedos de frente que la prohibición constitucional a los japoneses para tener ejército y, por tanto, para hacer la guerra, es una prohibición absoluta. El pueblo japonés ha reaccionado con mucha vehemencia en contra de la truculenta reinterpretación de algo que no tiene sino una única y bien definida interpretación. Ha habido grandes manifestaciones de muchos japoneses en contra del despropósito de este gobierno de extrema derecha. Hasta algunos de sus copartidarios han criticado el procedimiento de Abe, entre ellos el parlamentario por tres decenios del mismo partido derechista, Seiichiro Murakami, quien comparó la truculenta acción del actual Premier japonés con el procedimiento usado por Hitler para dejar escrita, y supuestamente vigente, la Constitución Democrática de Weimar, haciendo valedero un reglamento subsidiario conveniente para los dictadores nazis. Objetivamente el truco de la reinterpretación fraudulenta de Abe es peor. La interpretación falsa de la Constitución constituye una violación de dicha ley fundamental.