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Los desajustes vienen de atrás

La economía colombiana camina al borde de una cornisa. Los problemas estructurales incubados desde hace más de dos décadas empiezan a manifestarse con fuerza en el déficit de la cuenta corriente, el déficit fiscal, los menores flujos de Inversión Extranjera Directa y la devaluación, el retroceso de la industria y el estancamiento de la agricultura. Todos a una ya habían prendido las alarmas macroeconómicas del país antes de la caída de los precios del petróleo. Desde el 31 de mayo de 2014, día en que los precios del crudo empezaron a desplomarse, la situación se ha recrudecido, llegando a tal punto, que Santos y sus ministros han tenido que reconocer la difícil situación que atraviesa el país.

El modelo económico basado en el ahorro externo plantea que los países subdesarrollados como Colombia podrían mantener el crecimiento de largo plazo con crecientes déficits externos y fiscales (déficits gemelos). La realidad ha demostrado que son insostenibles y tienden a acrecentar la vulnerabilidad externa sin respaldo industrial y agrícola que soporte fuertes contracciones y bruscos cambios internacionales tales como la caída de los precios del crudo.

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Si se analizan las variables económicas fundamentales, antes y después de la destorcida de los precios de los commodities, se encuentra que los nubarrones venían de atrás y que la actual coyuntura petrolera solo acelera la tormenta perfecta. En el cuadro 1 se muestra el déficit en cuenta corriente, el déficit fiscal, los flujos de Inversión Extranjera y la producción industrial. Como se muestra, dichas variables ya presentaban tendencias recesivas antes del 31 de mayo de 2014. Con la información disponible es posible afirmar que el problema no es el precio del petróleo, sino la estructura de la economía y su modelo de crecimiento.

Los desajustes que vienen de atrás se han visto amplificados por la caída de los precios de los productos básicos, principalmente del petróleo. El descuadre externo y fiscal de Colombia resumido en el cuadro 1, tiene raíces en el modelo de libre comercio y libre flujo de capitales que especializó al país en la minería e hidrocarburos. Dicha especialización es ineficiente e inestable: “Las economías quedan expuestas a grandes revaluaciones y devaluaciones que impiden el desarrollo de las actividades de mayor contribución al valor agregado” (Sarmiento, 2015), generando una destrucción del trabajo nacional, sustituido por el extranjero.  Durante más de 20 años se desarrolló paulatinamente este proceso, configurando la Enfermedad Holandesa, causante de la destrucción industrial y agropecuaria.

En las actuales condiciones se ha configurado la última fase de la Enfermedad Holandesa: la recesiva. Los déficits financiados con Inversión Extranjera, inversión de portafolio y endeudamiento se verán ampliados por la caída en 55% de los precios del crudo. El déficit en cuenta corriente podría llegar a 6%, volviéndose insostenible. Una fuerte escasez de dólares impedirá el cumplimiento de los compromisos adquiridos por Colombia que ya tiene una clara manifestación en la disparada del dólar (de $1.800 a $2.450 al 1 de febrero de 2015), reforzada por mayores salidas de capitales, ¡Y eso que la FED no ha empezado a subir las tasas de interés!

MMLas consecuencias económicas son nefastas y  se pueden resumir en una elevada inflación y contracción de la demanda, la producción y el empleo. “En las épocas de altos precios de los productos básicos, la industria y la agricultura se desmantelan, en tanto que en las épocas de bajos precios, los salarios reales bajan y la actividad productiva se frena. La devaluación se desborda, las exportaciones se desploman y los índices de actividad productiva y empleo decaen” (Sarmiento, 2015). En 2014 la inflación fue de 3.66%, la producción industrial cayó 1% en noviembre del mismo año, la construcción privada se desplomó el 25% y las exportaciones  el 22%.

Las actuales condiciones habían sido advertidas por varios analistas económicos, entre ellos Aurelio Suárez, quien escribió el 22 de septiembre de 2014: “El ‘descuadre’ se puede agravar: baja en precios del petróleo; alzas en tasas de interés en Estados Unidos; deterioro de condiciones globales de los mercados financieros, por “tensiones geopolíticas”; desaceleración de socios comerciales dentro y fuera de la región y crecimiento continuado del precio de las viviendas y del crédito de consumo”. (Suárez, 2014)

Lo que viene:   Efectos de la caída de los precios del petróleo

¿Cuáles son las consecuencias económicas directas de la caída de los precios de petróleo para Colombia? Comencemos diciendo que Colombia no es un país petrolero, pero si dependiente del oro negro. A pesar de tener reservas probadas para 5.6 años, el valor de la producción real de petróleo creció 534% entre 2000 y 2013 impulsado por un incremento del 222% en los precios internacionales. (DANE).

Como consecuencia, las exportaciones del sector pasaron de representar del 36% del total exportado en el año 2000, al 55% en el año 2013; los aportes petroleros al Estado (después de regalías) pasaron de $2,7 billones en el 2000, a $34,7 billones en 2013, correspondiente al 26% de los ingresos totales del país. Solo Ecopetrol pasó de aportar $9,6 billones en el 2006 a $27,6 billones en 2014 (3,7% del PIB).

Efectos fiscales. Por cada dólar que se reduzca el precio internacional del petróleo el Estado colombiano dejará de percibir $ 430.000 millones al año. Si se tiene en cuenta que entre el 31 de mayo de 2014 y el 1 de febrero de 2015, el petróleo ha bajado cerca de US$60, el Estado puede dejar de recibir entre 25 y 28 billones de pesos anuales. Sin embargo, este alarmante resultado se compensa parcialmente por la devaluación del tipo de cambio. Según la Contraloría General de la Nación, por cada $10 que suba la Tasa Representativa del Mercado (TRM), el ingreso adicional recibido por el Gobierno sería $314.000 millones al año. Así las cosas, el efecto total sobre las finanzas públicas se calcula entre $2 billones (Contraloría) y $ 3.3 billones en 2015 (Fedesarrollo). Para 2016 se estima que la renta petrolera se reduzca en $11 billones.

“De no corregirse esta tendencia puede verse comprometida la meta del déficit fiscal del Gobierno Nacional Central, ya que el presupuesto de 2015 se aprobó sobre un precio promedio de US$98 por barril para los crudos colombianos”, y a febrero de 2014 el precio del WTI ha estado por debajo de los US$45 por barril. “Esto sin duda tendrá repercusiones sobre el crecimiento del PIB y puede generar signos de recesión en el mediano plazo” (Contraloría, 2015).

Efectos en la Balanza de Pagos y el crecimiento económico. Los efectos más contundentes se presentan en la Balanza de Pagos y en el crecimiento económico del país. El PNUD, Fedesarrollo y el Banco de la República han realizado diversas proyecciones, pero en todos los casos se presentan escenarios optimistas con precios del petróleo cercanos a los US$60. De ahí que todos los pronósticos tengan que ser leídos con un mayor realismo. Tampoco se tiene en cuenta que la producción de petróleo caerá gradualmente hasta los 885 mil barriles diarios, siguiendo la trayectoria pesimista de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) y la Asociación Colombiana de Petróleos (ACP). A su vez, los pronósticos no tienen presente el aumento de las tasas de interés en EEUU, lo que generaría una fuga de capitales sin precedentes en Colombia, con nefastas consecuencias, peores que las conocidas en la crisis del 99.

La destorcida en los precios internacionales del crudo se manifiesta a través de la balanza de pagos, ya que la caída en los precios del petróleo incrementa de manera automática el déficit de cuenta corriente a la vez que se reduce el superávit en la cuenta de capitales (menores entradas de IED). Se espera que el déficit en la cuenta corriente podría ubicarse entre 4,8% y 5% del PIB en 2014, y en cerca de 6% en 2016. Esta ampliación estuvo asociada con una fuerte ampliación de déficit de la balanza comercial (resultado ligado a los TLC) que pasó de US$ 2.700 millones en 2013 a más de US$ 6.000 a septiembre de 2014(¡!). Peor aún es el aumento de la renta factorial (rentabilidad de la inversión extranjera enviada a las casas matrices de las trasnacionales) que llegó a US$14 mil millones en 2014.

Por lo anterior, una fuerte caída en los precios del crudo cambiaría tanto la composición como el tamaño del déficit de la cuenta corriente, generaría un fuerte ajuste fiscal que traería consigo una disminución de la inversión pública (con la que se pretende financiar las carreteras 4G); haría escaso el dólar, encareciendo los créditos denominados en moneda extranjera; ejercería presiones sobre la estabilidad del sistema financiero, y resultaría, finalmente, en un retroceso de los indicadores sociales del país. En síntesis, según el PNUD, el PIB pasaría de un 4,3% estimado en 2014 a uno de 1,4% anual para 2015. Además, el producto interno bruto (PIB) se reduciría en un 13% para 2021, correspondiente a una perdida irrecuperable de hasta cinco años de progreso. (PNUD, 2014)

Devaluación. Los efectos sobre la tasa de cambio estarían dados a través de dos canales. El primero, es la reducción de las exportaciones minero-energéticas y el segundo, la disminución en los flujos de inversión extranjera directa, ya que la mayoría de los proyectos de exploración se volverían inviables con los nuevos niveles de precios. En el caso de las explotaciones de crudos pesados el punto de equilibrio está entre US$50 y US$90 y para las de esquisto entre US$30 y US$70, según el profesor de la UIS, Oscar Vanegas.

MMPor cada reducción en US$2.900 millones en los flujos de capital aumentaría la tasa de cambio en 100 pesos. De tal forma, con una caída en el valor de las exportaciones del orden de US$ 16 mil millones en el año 2015, se presentaría una sustancial devaluación del 28% en el primer año equivalente a $572 por cada dólar. En el 2016, la depreciación sería aún más elevada al conjugar el menor valor de las exportaciones de petróleo con una reducción de la IED en el sector de 7 mil millones de dólares, que es el valor anual actual de estas inversiones. (PNUD, 2014). Según esta proyección la tasa de cambio podría elevarse hasta los $2.850 al cierre de 2015, pero, repito, sin contemplar un aumento significativo en las tasas de interés en EEUU.

Los efectos también se darían en la tasa de inversión: “Una devaluación de 10% del tipo de cambio real, similar a la ocurrida en Colombia en 1999, provoca una reducción de 3% en la tasa de inversión en activos fijos. Esta diferencia es significativa si consideramos que la tasa media de acumulación de activos en las empresas de la muestra es de 2%” (PNUD, 2014).

Inflación El efecto sobre la inflación se presentaría a través de varios canales. En primer lugar, la fuerte devaluación presionaría al alza los precios de los bienes transables. Según el Banco de la República, con una devaluación real del orden del 28%, la inflación total se aceleraría 1,8%. Los efectos ya se empezaron a manifestar: el IPC aumentó en 2014 en 3,66% con respecto al año anterior y el IPP, 6,33%.

Deuda Externa. La devaluación del peso también aumenta la deuda externa y el servicio de la misma ya que al aumentar el precio del dólar, el Gobierno se ve obligado a dar más pesos por cada dólar para pagar sus obligaciones con los créditos adquiridos con el exterior, con el consiguiente incremento en el gasto del servicio de la deuda externa y el capital. A fines de septiembre de 2014, los intereses de la deuda exter
na del Gobierno Nacional Central (GNC) habían aumentado 4,7% en dólares y 9,7% en pesos colombianos, frente al año anterior, según información del Ministerio de Hacienda y Crédito Público. El saldo de la deuda externa pública, a fines de agosto de 2014, totalizaba US$ 56.783 millones. Al promedio de la tasa de cambio de agosto ($1.899,07) equivaldría a $107,8 billones. Si se calcula con la TRM del 31 de diciembre de 2014 ($2.392,46) el saldo en pesos se incrementaría a $ 135,8 billones. Un crecimiento del 26% en cuatro meses. (Contraloría, 2015).

Empleo y pobreza. Todos los datos acá suministrados y analizados tienen detrás graves consecuencias sociales. La caída de los precios del petróleo, la desaceleración de la producción, la inflación, la devaluación del tipo de cambio, el mayor endeudamiento, pero sobretodo la deficiencia de la demanda agregada, derivarán en un panorama social altamente desfavorable para los colombianos.

Una caída en el precio del petróleo aumentaría la tasa de desempleo en los años posteriores al choque, retornando a tasas de desempleo de dos dígitos, alcanzando un máximo de 11,2% en el 2016. La tasa de pobreza monetaria que se encontraba en algo menos del 31% antes de la caída de los precios del crudo, aumentará mínimo hasta el 34% en los siguientes dos años. (PNUD, 2014).

Transformar el  modelo económico  no es un capricho,  es una necesidad

Una caída en el precio del petróleo provoca en la economía colombiana una recesión solo comparable con la experimentada a finales de la década de los noventa, pero sin una industria ni agro que la contenga. La alta vulnerabilidad externa de Colombia se manifestará con creces en los próximos meses. Sin embargo la crisis económica en Colombia ya está en marcha y de aquí en adelante solo se agudizarán las variables analizadas.

La solución se encuentra en transformar profundamente el modelo económico, cambiando la organización cambiaria, comercial, monetaria y fiscal que neutralice los efectos de la Enfermedad Holandesa y promueva una industria y agricultura nacionales que permitan elevar el ingreso, la producción y los salarios reales. En el cortísimo plazo, se propone que los primeros pasos sean la recuperación del mayor campo petrolero del país, Campo Rubiales y la Modernización de la Refinería de Barrancabermeja.

Referencias

1. Contraloría General de la República (2014). “Factores que incidirán en las finanzas públicas de 2015”. Boletín Macro Fiscal, No 1, Año 1, Diciembre 1 a 7 de 2014. Recurso electrónico disponible en: http://www.contraloriagen.gov.co/ documents/10136/189511888/Bolet%C3%ADn+Macro+Fiscal+001/79cdbaba-5c594f4e-be93-9beb9fa6a384?version=1.0

2. Contraloría General de la República (2014). “¿Será suficiente la reforma tributaria bajo la coyuntura actual?”. Boletín Macro Fiscal, No 2, Año 1, Diciembre 15 de 2014. Recurso electrónico disponible en: http://www.contraloriagen.gov. co/documents/10136/189511888/Bolet%C3%ADn+Macro+Fiscal+002/e9c9da306289-4288-b157-09da4c74f303?version=1.1

3. Contraloría General de la República (2015). “¿La devaluación del peso será? suficiente para compensar la caída de los precios del petróleo?”.  Boletín Macro Fiscal, No 3, Año 1, Enero 15 de 2015 . Recurso electrónico disponible en: http://www.contraloriagen.gov.co/ documents/10136/189511888/Bolet%C3%ADn+Macro+Fiscal+003/d046b7e5-ef2d403b-9273-d80917de9561?version=1.0

4. DANE (2015), Cuentas nacionales y sectoriales en el portal Web: http://www.dane.gov.co

5. PNUD (2014). “Colombia frente a la destorcida de los precios del petróleo”. Recurso electrónico disponible en: http://www.co.undp.org/content/dam/colombia/docs/Pobreza/ undp-co-preciospetroleo-2014.pdf

6. Sarmiento, Eduardo (2015). “Petróleo y devaluación”. Columna de Opinión en El Espectador el 10 de enero de 2015. Recurso electrónico disponible en: http://www. elespectador.com/opinion/petroleo-y-devaluacion-columna-537165

7. Suárez, Aurelio (2014). “La crisis de la confianza inversionista”. Columna de Opinión en El Tiempo el 22 de septiembre de 2014. Recurso electrónico disponible en: http://www. eltiempo.com/opinion/columnistas/la-crisis-de-la-confianza-inversionista/14569285

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