EL POETA INVITADO: VÍCTOR LÓPEZ RACHE
(Toca, Boyacá, 1959) Poeta de tiempo completo. Vive y respira poesía. Algunos de sus poemas ya forman parte del patrimonio cultural de los colombianos y latinoamericanos. Sutilmente cuidadoso con cada palabra y cada metáfora, deslumbra con sus versos y con algunas de sus imágenes que no podemos menos que conservar en la memoria: “Cuánto sufrimos para inventar la casa. / Siglos de imaginación/ se consumieron diseñando la puerta a todos/ los caminos. /Por fortuna un error/dejó la ventana de cara al infinito.”(La casa. En La casa 1992, p.11). “ El sol nunca entra en el paraíso, /y la piel sólo siente cuando se rebela a la/conciencia” (Vaivén de los cuerpos. En La Casa, 1992, p 43) “y todavía recuerdo el llanto infantil de los abuelos/atrapados en la casucha ardiendo.” (El puente de la huida. En Sueños adelante, 2009, p.9). “Y donde vayas/ lleva en tu corazón a Kafka,/es el recuerdo del poeta en un día de trasteo/ en esta ciudad donde nadie cesa de vivir huyendo; (Nuestro hijo. En Sueños adelante, p. 21). Y así podríamos continuar citando versos memorables. Todo poeta sabe que lo que le dice el mundo él se lo devuelve convertido en palabras tan eficaces como cualquier arma de combate, pero llenas de murmullos, de florestas, de músicas que las hacen más peligrosas. Víctor logra tocar nuestra sensibilidad sin artificios retóricos aunque con profunda perfección idiomática.
POEMARIOS
Otra orilla de luz, 1985
La casa, premio nacional de poesía Ciudad de Bogotá, 1992.
Sin espejos, Premio Nacional de Poesía Imaginación para un nuevo milenio, 2000
Sueños adelante, antología, 2009
Antes de despertar, antología, 2013.
OTRAS OBRAS
También obtuvo en 1990 el premio de poesía Universidad Externado de Colombia. Finalista en el II Premio Nacional de Cuento La Cueva 2012. En 1988 fue finalista en el IV concurso nacional de cuento Francis A. Newall y en 1987 en el II concurso latinoamericano de cuento Ciudad de Florencia. Poemas suyos han sido incluidos en distintas antologías. Fue comentarista de libros en el Magazín Dominical y, entre otros prólogos, son conocidos los de Carlos Obregón y Madame Bovary. Escribe ensayo y su trabajo habitual es en prosa.
MUESTRA POÉTICA
ESPERARLA HUYENDO
Es ella.
Su paso de lento anochecer ilumina
la íntima escalera de mi refugio.
Cómo ocultaré la sed,
la vergüenza de esperarla huyendo.
Nada me servirá intentar una máxima;
su sonrisa atará mi voz
con un hilo de arena.
La he inventado durante largos años,
y sus senos en permanente vuelo
ya cruzarán la oscuridad de la puerta.
No puedo huir ni negar mi existencia;
la ternura de su piel de fuego,
antes de apagar la cerilla del amor,
hará un mármol
con el temblor de mis deseos.
Es ella.
Su belleza es una catástrofe.
AVENIDA DE LAS IMÁGENES
Los ecos de tu adiós en los desequilibrios del puente
guían mis pasos en direcciones perseguidas
Y ya he recorrido los números negativos
y los alfabetos proscritos
Pero amor
si en la huida logras cruzar el aire del soplo original
sigue retrocediendo
Las huellas de Dios nunca se ajustaron a mis pies
y antes de borrarse en el misterio
La Avenida de nuestros sueños dejó de repetirse en la tierra
EL PELIGRO
El peligro ha perdido su esencia.
Los niños nacen impedidos para orientar la aventura;
los enigmas de la calle prohíben la sonrisa.
Pensar por qué el sol siempre se oculta en occidente
puede llevar a la pena máxima.
La felicidad elimina el espíritu,
y el encuentro de dos sueños
provoca en los elegidos la ceguera de la muerte.
Si fuera puro el peligro
antes del amor encantaría el rostro amado con una cerilla
sin temor a incendiar el futuro.
Pero bajo este cielo la medida es única.
La palabra sólo es válida para glorificar el triunfo
y el juego es el fin de una pugna entre enemigos.
He nacido donde el paradigma corroe hasta el peligro.
DE NUEVO EN PALESTINA
La multiplicación del odio ha vuelto activar los F16
en los cielos de Palestina.
Y no basta gritarle ¡RESISTE!
a la cabeza de un bebé separada de su cuerpo,
o a una anciana de 102 años
huyendo en un bastón más débil que un suspiro.
Palestina,
en el corazón de los sometidos calla el eco de tu sangre
y en la velocidad de las ojivas tu sed ve un río;
pero el portavoz de los países libres
prohibió soñar el temblor de una hebra de agua
sobre la agonía de tus casas demolidas.
Palestina,
si alguno de tus hijos sobrevive a los hongos de fuego y polvo
que no olvide que la ONU
intentaba enmascarar a tu verdugo en el rostro del eterno mártir.
Este genocidio
ya excede la expansión de la desesperanza:
Los sionistas de tacto nazi
en escuelas,
refugios,
hospitales,
sólo dejan circular la noche
para que sus bombas racimo brillen como juegos navideños.
Palestina,
los relámpagos de los destructores abren los abismos en que te sepultan
y en pasquines todavía te ordenan huir
para ensayar en tus fantasmas los misiles más letales de la infamia.
Julio, 2014.
VISITA A MAPIRIPÁN
Mirando la retorcida forma del antiguo lecho
quise atraer tu imagen;
pero dentro de una piedra hubo gritos.
No tuve tiempo para convertirme en fantasma
ni intenté saltar los trozos de pared
o abrir los hierros que ayer fueron puerta.
Convertido en un temblor de aire
temí que regresaban
a llevarse el ahogo de las ventanas.
Julio de 1997
ALICIA
Si deseas abandonar la multitud detenida en el reloj
lleva a Alicia
y cruzará el límite de la transparencia y la pared.
Cuando en el vacío te angustie el habitual ritmo del vértigo
las pequeñas ocurrencias de Alicia
fundarán ciudades,
y mientras cambia el color de la magia y de los besos
las efigies encerradas en las monedas volverán a ser hombres.
Tu mano allí querrá alargarse para ajusticiar el sol,
¡déjala!,
todos somos poseídos por Alicia en algún instante de la vida.
Sino has sentido bajo tu piel los pasos de Alicia,
recuerda que puede aparecer de repente.
Con la paciencia que el sueño seduce a la noche
jugando a las virtudes del mal te dormirás en secretos jardines
y entonces en tu cuerpo el dolor de las matemáticas
será un constante deleite.
Nunca olvides a Alicia.
Con ella
el tiempo del esclavo suelta un pájaro por la ventana.
ARTURO COVA
Huyendo,
¡todavía huyendo!,
más allá del fin de las visiones
llegué a encontrarme tan solo
que ni siquiera el vacío dejado por Alicia
reposaba entre mis brazos.
Y solo,
escuchando el adiós
de tantos rostros ocultos en el afán de los ríos,
deseé un amigo, un enemigo,
¡un hijo para verlo encender en las cuerdas del tiple
tantas conmociones causadas por nuestras esperanzas!
Y solo,
bajo la red de agujeros ampliada en cada batalla,
allí esperaba, al menos, el retorno del miedo.
Pero yo nunca vi nada. Nunca oí nada.
¡Nuestros muertos
ni siquiera se convierten en espanto!
La inocencia del Kamasutra
Larga estima tienen de ti mis mujeres amadas;
quieren liberarte de mis caricias
y en silencio diseñan estrategias apenas huelen tu perfume
en el aleteo de mis ropas en plena caída.
Te admiran hasta el fondo de las sábanas
y piensan en ti mientras detienen la prisa en el naciente incendio de mi piel.
Felices de saberte parte mía
les causa rubor la inocencia de El Kamasutra
y al ritmo de la luz
–cada vez menos sobria–
van festejando tu demora en los recintos de la sabiduría.
Respetuosas de la marca de tus explosiones en los desequilibrios del lecho
durante el examen a la curiosidad de los acuarios
al oído me preguntan,
cómo pasamos los ratos de ocio,
y dichosas de hallar la respuesta en mi punto de máximo impulso
cierran los ojos y en lenguas de extrañas medidas
te agradecen que, tú,
les permitas disfrutar los enigmas del delirio con el hombre de la poesía.
Gustavo Quesada
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